5 de febrero de 2008

Fao y Clem (Capitulo 12d ó 15)

Mode:.:impatient:.
Escuchando:.:Hammerfall - At the end of the rainbow:.

Hola gente que todavía lee!!!

es para mi n agrado presentarles este capitulo. la verdad es que, en lo personal, pienso que es el más emocionante y heroico de todo lo que llevo escrito (ya verán a lo que me refiero... hehehe)

espero tener esta vez menos errores de gramatica y orotgrafía, ya que ha sido corregido dos veces por Narkito_ll y muchisimas más por mi... bueno, la verdad es que mis correciónes no valen tanto, así que le voy a dejar todo el credito a Narkito_ll... jajajjaa.

bueno, no los atraso más. espero que les guste el 15º capitulo de esta novela épica.

Let's read!!!

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Era impresionante ver luchar a Thalos. Con un solo giro de su pesada masa, barría con al menos tres enemigos, lanzando a volar por los aires a los protegidos por armaduras, o los que lograban bloquear el golpe, mientras que los demás esbirros, cuyos cuerpos no eran resguardados por una armadura y no alcanzaban a protegerse, eran cortados a la mitad o reventados por la fuerza del impacto, manchando con un líquido negro, pequeñas larvas blancas y barro podrido, la reluciente armadura de Thalos

Bhorad era también un gran luchador. No por nada había sido tan reconocido y galardonado en las tantas batallas que libró, hacía ya tiempo, contra Dráerus, en compañía de Thane y el General Thalos. Entre gritos de euforia y cólera, Bhorad perforaba, una a una, cada criatura que se le pasaba por delante, cortando cabezas, bloqueando golpes y destrozando vientres.

Clem peleaba también con gran bravura, pero su falta de experiencia en el campo de batalla lo estaba llevando a recibir algunos golpes, los cuales, en su mayoría, eran resistidos por su firme armadura. Jamás antes había visto a un soldado de Dráerus, realmente lo aterrorizaban, pero luchaba con firmeza, luchaba con fuerza, luchaba con determinación. Luchaba para proteger a Fao.

Rápido Fao!! No podremos resistir así mucho tiempo –Gritó Thalos, mientras pateaba hacia el lado a uno de sus enemigos, para luego arrollar a cuatro más con un firme golpe de su arma.

Fao estaba flotando en medio del círculo que protegían los tres luchadores, brillando con sus brazos relajados, sus alas abiertas y los ojos cerrados.

Donde está… vamos… aparece… -Susurraba la chica, mientras rastreaba la presencia de la maquina de Trádirus.

Y así, mientras Fao buscaba la presencia del Condensador de Flujo de Energía Vital, transcurrieron varios instantes de reñida lucha. Clem había recibido ya bastantes golpes y tenía un corte en su pierna, en donde no lo protegía su armadura, la herida, a pesar de no ser tan profunda, le provocaba una ligera cojera. Bhorad también había recibido algunos golpes, una tajadura le atravesaba la frente de manera diagonal, desde la mitad de ésta hasta el final de su ceja izquierda. La sangre le caía a ratos dentro del ojo, nublando su visión. A pesar de esto, había logrado quitarle la espada a uno de sus enemigos, por lo que ahora blandía ágilmente un arma en cada mano. Thalos era el menos dañado de todos. Había recibido apenas algunos golpes que no le habían dejado más que rasguños. Su “estrella del alba”, como solía llamarle, ahora brillaba con un intenso fulgor azul, pero se notaba que al general le costaba más trabajo ahora levantarla para dar un golpe. La ventaja era, que ahora no eliminaba a sus enemigos de a tres o cuatro, sino que ahora sus golpes masacraban a, al menos, cinco bestias por cada envestida.

De un momento a otro, los soldados de Dráerus dejaron de luchar y comenzaron a retroceder, dando rugidos y gritos espeluznantes a sus adversarios, pero sin lanzar golpe alguno.

Hemos ganado!! Se retiran!! –Gritó con júbilo el jadeante Clem. Al tiempo que se volteaba hacia Bhorad y Thalos, y veía en ellos una cara de preocupación.

No chico, ahora viene lo peor… -Respondió Thalos mientras se ponía en guardia, atrasando un pie, doblando sus rodillas y apoyando la esfera con púas de su “estrella del alba” junto a su pie atrasado, tomando el asa de su resplandeciente arma con ambas manos

Debe de venir uno de los alquimistas de Dráerus hacia acá… -Explicó Bhorad a Clem, mientras adoptaba una posición defensiva con ambas espadas. –Siempre hacen lo mismo cuando se aproxima uno. Vamos Fao, no tenemos mucho tiempo!!

En ese momento, la horda se abrió por la mitad, apareciendo en medio de ellos un anciano vistiendo una túnica negra con harapos verdes colgando. Lleno de signos quemados en la piel, metales atravesados en su cara y botellas de distintos colores colgando por todos lados.

Han subestimado el poder de Dráerus, mortales... –Comenzó a hablar el anciano con voz chillona. –Ríndanse o sucumban bajo el peso de nuestras legiones!!

Oye Bhorad… que pasó la ultima vez que alguien de Dráerus nos dijo eso?? –Preguntó Thalos en voz alta y sin despegar su vista del anciano, para que pudiera escuchar.

Creo que una armada completa de monstruos huyó… –Respondió Bhorad con sarcasmo, mientas pateaba fuertemente el brazo de un esbirro mutilado, el cual cayó en los pies del anciano alquimista. –Para no ser aplastada por el peso de nuestras legiones.

Al parecer no nos has convencido, anciano… -Respondió Thalos después de una pausa, mirándolo fijo. –Regresa con los tuyos y seremos nosotros los que te dejaremos vivir.

Mueran entonces si eso es lo que quieren, ingenuos mortales!! –Gritó el anciano, con rabia, mientras lanzaba una de sus botellas con fuerza al suelo, la cual, al reventar, comenzó a teñir la tierra con un líquido de un color verde. Luego de esto, el anciano se retiró en medio de estridentes carcajadas.

Luego de que el alquimista desapareciera en medio del tumulto, la caótica formación de esbirros volvió a cerrarse, mientras la mancha verde comenzaba a abarcar cada vez más espacio. Bhorad pudo ver a su derecha la reñida batalla entre la armada de Dráerus y los cansados guardias reales, quienes se estaban viendo obligados a retroceder lentamente hacia el bosque, mientras luchaban con fervor junto a los ladrones.

Bhorad, mira!!! –Gritó alarmado Clem.

La mancha verde cubría ya una gran superficie, tapando el suelo que pisaban y llegando a la tienda de comando. A lo lejos, un ensordecedor chillido se escuchó por sobre los rugidos de las bestias, al tiempo que la mancha verde comenzaba a brillar, levantando un fulgor del mismo color. Inmediatamente, las criaturas de Dráerus que estaban dentro del rango de acción de la pócima se transformaron en siluetas de color verde oscuro, fusionándose de a parejas y creciendo hasta llegar al tamaño de un oso. Ahora eran menos enemigos, pero cada uno pasaba por, al menos, una cabeza y media a Clem.

Fao… estamos en problemas… date prisa!!! –Gritó Bhorad cuando las nuevas bestias comenzaron a avanzar hacia ellos. Tenían un aspecto horrible. Los puntiagudos dientes se salían de sus quijadas hacia delante, sus brazos eran tan gruesos como la pierna de una persona, mientras que su cuerpo era tan ancho como el de un caballo. Para suerte de Clem, Bhorad y Thalos, las armaduras habían caído al suelo, rompiéndose debido al tamaño de los engendros, que envestían ahora sin más armas que sus temibles garras y afilados dientes y sin más armadura que su gruesa y dura piel.

Lo tengo!! –Gritó Fao abriendo los ojos repentinamente.




Todo estaba en silencio en la casa de Trádirus. La noche estaba tranquila y el fuego de la chimenea ya se había extinguido. Como era de costumbre, el aplicado anciano se había quedado dormido con la cabeza apoyada sobre la mesa y, como era ya de costumbre también, su esposa Famire le había tapado con una manta antes de irse a la cama.

Llevaba ya varios días estudiando el comportamiento de la esfera de Lanz que le había regalado Fao, habiendo descubierto así ya varias aplicaciones para ésta, lo que lo ponía muy contento.

De pronto, un sonido lo despertó. Era como si algo anduviese merodeando en medio de la oscuridad.

Famire!!... –Gritó con los ojos cerrados el somnoliento alquimista. –tenemos que deshacernos de los ratones en esta casa… es inconcebible que después de…

El canoso anciano se quedó callado al abrir los ojos y percatarse de que todo el comedor-laboratorio estaba brillando, cambiando a intervalos regulares los colores, los cuales provenían del Condensador de Flujo de Energía Vital.

Que es lo que tanto te mo… no puede ser… -Famire quedó petrificada también, al ver la estancia iluminada completamente por el condensador. Era un espectáculo de colores y sombras. Jamás en sus vidas habían visto algo así. La Esfera de Lanz vibraba y emitía un zumbido peculiar, mientras que un crujido comenzaba a sonar desde el suelo. El sonido comenzó a aumentar hasta llegar a hacerse insoportable, a la vez que los matraces y las vasijas de vidrio que se encontraban sobre la mesa comenzaban a caer y el suelo de toda la casa comenzaba a temblar con gran estruendo.

POR TODOS LOS DIOSES!! QUE ESTÁ PASANDO!!- Gritó Famire mientras se afirmaba del marco de la puerta que estaba junto a ella.

NO LO SÉ!!! –Gritó Trádirus afirmándose de la mesa para no caerse. Su voz apenas se oía, producto del ruido que producía el Condensador. –PARECE QUE SE HA DESESTABILIZADO!!!

Poco a poco, los pernos que anclaban el Condensador al suelo comenzaron a ceder, dejando que la maquina comenzara a elevarse, mientras el tubo que terminaba en el techo comenzaba a retorcerse y abollarse.

VA A EXPLOTAR!!! –Gritó aterrorizado Trádirus, mientras volteaba la mesa y se escondía tras ella. Famire, a su vez, comenzó a correr despavorida hacia su habitación.

Luego, en un abrir y cerrar de ojos, el estruendo desapareció. Todo estaba nuevamente en calma y sólo se oía un zumbido. Trádirus estaba comenzando a levantarse cuando, con un gran estrundo, la maquina colapsó, estallando en miles de trozos metálicos, los que se incrustaron en toda la estancia. El alquimista escuchó varios golpes sobre la superficie de madera que lo protegía, como si le hubiesen lanzado un puñado de piedras, al tiempo que la punta de una esquirla metálica, que había atravesado la mesa, se detenía justo antes de tocar su nariz, quedando incrustada en la madera.

Trádirus se levantó temeroso para observar el desastre que había provocado dicha explosión. Grande fue su sorpresa, cuando vio que una esfera irregular, del ancho de una persona, flotaba en el lugar donde hacía pocos momentos estaba su máquina alternando rápidamente sus colores. Mientras pequeñas esferas de distintos colores, no más grandes que una uña, giraban alrededor de la misma.

Impresionante… –Se dijo el anciano, mientras veía, anonadado, que la esfera de Lanz se mantenía en el mismo lugar donde él la había dejado, pero vibrando hacia todas direcciones con un ritmo frenético. –Es como si estuvieran sincronizadas… en perfecta armonía… con que éste es el secreto de los Seres Alados…

Trádirus!! Que haces ahí!!... –Gritó Famire volviendo al lugar donde se encontraba antes de la explosión.

Calla mujer!! Calla y no pierdas detalles… -Interrumpió el científico. –Así podremos estudiarlo mejor.

Dicho esto, la densa esfera de colores comenzó a brillar y a vibrar cada vez con más intensidad, lanzando al aire un ensordecedor zumbido. Era como si el sonido de una mosca hubiese sido amplificado a niveles altísimos. Ambos se agazaparon detrás de la mesa, pero en ningún momento quitaron la vista de la compacta esfera de Energía Vital.

Cuando la vibración y el sonido habían alcanzado niveles descomunales, debido a los cuales ambos ancianos se cubrían las orejas con las manos, la masa de energía salió despedida por los aires, dejando una hermosa estela de colores y un enorme agujero en el techo, por el cual podía pasar fácilmente una persona.

Bueno… de todos modos, nos hacía falta un tragaluz aquí… -Bromeó Trádirus luego de un rato, mientras miraba, aún boquiabierto, la estela que terminaba de desvanecerse en el aire.

Viejo loco… -Dijo Famire mientras se alejaba, refunfuñando entre dientes, hacia su habitación.




VAMOS FAO!!! DATE PRISA!! –Gritó Clem por encima del estruendo que producían los rugidos de los adefesios, en el momento en que atravesaba con su espada a una de las criaturas, la cual se había quebrado todos los dientes al darle un bestial mordisco al hombro de su armadura.

A pesar de la tenaz resistencia de Thalos, Bhorad y Clem, éstos se veían forzados a retroceder poco a poco, mientras bloqueaban los fuertes embistes enemigos. Paso a paso, fueron acercándose de espaldas a Fao, quien permanecía inmóvil, brillando con sus alas abiertas.

Thalos!! Lanza un ataque masivo!! –Gritó Bhorad a pocos pasos de él, mientras bloqueaba con ambas espadas el manotazo de una de las bestias.

No puedo!!... –Respondió el general, a la vez que reducía a larvas y barro a otra de las criaturas con un golpe de su “estrella del alba”. –Los dañaría también a ustedes!!

Vamos Fao!! Detén esto o moriremos aquí!! –Gritó Clem, mientras intentaba zafarse de la mano de uno de los monstruos, el cual lo había alcanzado y lo tironeaba hacia él.

Ya llegó… RESISTAN!! –Gritó Fao.

La muchacha se agachó y tocó el suelo con las manos, para luego salir despedida hacia el cielo a gran velocidad, brillando con sus alas abiertas y dejando casi a oscuras a los tres luchadores que la defendían. Cuando sobrevolaba el centro del ejército de monstruos, se detuvo, abrió sus brazos, levantó la cabeza para mirar al cielo y comenzó a brillar de tal manera, que iluminó todo el campo de batalla. Debido a esto, no hubo persona que no viera a la joven flotar sobre la asediada ciudad.

De pronto, desde el bosque apareció, acercándose a gran velocidad, la esfera de colores seguida por una estela de pequeñas pelotas, las cuales parecían una lluvia de gemas. La brillante masa de energía atravesó el muro de fulgor con gran celeridad, dejando en éste un hueco similar al que había dejado en la casa del alquimista, para luego estrellarse a toda velocidad contra la espalda de Fao, desapareciendo dentro de ella. Cuando sucedió esto, un fuerte viento recorrió toda la ciudad de punta a punta, apagando todas las antorchas que se encontraban a la intemperie. El campo de batalla se iluminaba en ese momento únicamente por el brillo de Fao y del Muro de Fulgor. Ahora se podían apreciar con mayor claridad, las llamas del gran dragón que había alcanzado a penetrar el perímetro del Muro de Fulgor, el temible animalejo que había aterrorizado antes a Clem mientras escapaba del ejército por la avenida principal de Láguerin y que el mismo Chico había olvidado con el fragor de la batalla; amenazaba ahora con destruir la ciudad hasta sus cimientos. Las personas no alcanzaron siquiera a parpadear, cuando Fao ya tenía flotando alrededor suyo miles de esferas de Lanz.

Desde ambos costados se acercaban, volando como flechas hacia ella, cientos de los engendros voladores que Clem había visto mientras escapaban cabalgando de la turba enemiga, pero la muchacha, a pesar de haberlos visto ya, ni siquiera se inmutó. En seguida, estiró su brazo derecho hacia arriba, dejando la palma de su mano abierta en dirección al cielo, mientras miraba hacia el ejército que se extendía bajo sus pies. Cuando bajó su brazo, doblando también su espalda hacia abajo, la gran mayoría de las esferas de Lanz comenzaron a girar a gran velocidad en torno a ella y velozmente, una a una, comenzaron a salir despedidas de su órbita, cambiando repentinamente y tomando la forma de afiladas púas que viajaban a toda velocidad hacia cada criatura. Una púa, un enemigo.

Thalos jadeaba mientras retrocedía, a la vez que hacía girar su arma junto a él de manera vertical. Ya casi no podía sostener el peso de su “estrella del alba” y había sido alcanzado ya por varios golpes. En el momento en que Clem salía despedido por los aires, producto del fuerte golpe de uno de los adefesios y caía luego semiaturdido cerca de donde estaba antes Fao, Bhorad era agarrado de la cintura por las enormes garras de una de las bestias y levantado por sobre el cabeza de ésta, mientras el horrendo homúnculo abría la boca y lanzaba un fuerte grito, listo para probar un trozo de él. “No… ¡éste no puede ser mi fin!” pensaba el ex guardia real mientras forcejeaba infructuosamente para liberarse. A duras penas podía mantenerse, a punta de patadas, lejos de las fauces de la bestia.

Thalos falló al intentar golpear a uno de sus enemigos con su pesada arma, a lo que la bestia respondió con un fuerte golpe sobre el pecho del general, el cual voló para luego caer rodando junto a Clem, quien ya se ponía a duras penas de pie. Cuando el joven levantó la vista, pensó que su vida había llegado a su fin. Venía lentamente en su dirección, apoyando sus enormes manos en el suelo, toda una tropa de bestias.

Vamos general!! Levántese!! –Dijo Clem levantando la punta de su espada.

No me subestimes, Chico… –Respondió Thalos, mientras se ponía de pie jadeando. –Necesitarán algo más que eso para derrotarme.

Ambos se pusieron en guardia. Clem con su espada apuntando hacia delante y Thalos con la pesada bola de hierro apoyada en el suelo, ambos listos para acertar un nuevo golpe. Sin embargo, a pesar de estar mostrando un fuerte coraje, Thalos sabía, desde el momento en que la nueva horda de adefesios le bloqueó su visión del resto de las tropas, que los enemigos eran demasiados y que no había esperanza posible para ellos. Después de todo, en la batalla, era necesario el sacrificio de algunos para la victoria final.

Una vez que la formación de enemigos llegó a unos pocos pasos de ellos, el primero de la fila de monstruos se abalanzó sobre ellos dando un enorme salto, seguido por decenas que hicieron lo mismo. En ese momento, Thalos dio todo por perdido, era imposible, aunque sacara a relucir la totalidad de sus habilidades, salir vivo de ésta. Por el contrario, Clem seguía en su posición, con más furia y determinación que nunca. En sus ojos aún brillaban el mismo valor y bravura con el que había comenzado a luchar.

Cuando el esperpento, habiéndose abalanzado a gran velocidad hacia ellos, estaba a distancia suficiente como para acertarle un golpe, Thalos cubrió su cabeza, esperando tan solo que su agonía fuera corta, mientras que Clem, levantando su espada y venciendo el miedo que lo inundaba, arremetió contra sus enemigos. Sabía que aún quedaban esperanzas.

En el momento en que Clem se encontraba ya decidido a partir a la bestia por la mitad, sucedió lo que iba a dar un vuelco definitivo a la batalla. A pesar de lo contundente del golpe de Clem, éste no dio contra nada sólido ya que, cuando el Chico se disponía a acabar con el primer homúnculo, éste se deshizo, junto a otros cinco que habían saltado junto con él. Dentro de su confusión, Thalos no se explicaba que había sucedido, hasta que vio la gruesa lanza de luz enterrada en el suelo, a la vez que una a una, y a velocidades impresionantes, las bestias que hacía unos instantes estaban sobre él, se deshacían en barro podrido, larvas y una infinidad de diminutos insectos, quedando los haces de luz parados como estacas justo a sus costados. Cuando el engendro que sostenía a Bhorad en el aire fue alcanzado por la resplandeciente pértiga, se deshizo como los demás, dejando caer al herido luchador de bruces al barro, quedando, al igual que sus dos compañeros, bañado de pies a cabeza con barro podrido, mientras las larvas, que salían por montones desde la putrefacta mezcla, se encaramaban por su cuerpo.

Clem se incorporó rápidamente, pudiendo apreciar el espectáculo de luces que ofrecía Fao. En medio del torbellino de esferas, la chica colocaba su mano abierta a la altura de su cadera, con su palma apuntando hacia el suelo, para luego abanicar su brazo hacia uno de sus costados. Cada vez que hacía esto, una porción de las Esferas de Lanz se transformaba en una ráfaga de púas, las cuales volaban a gran velocidad para luego impactar directamente a cada uno de los enemigos.

Poco a poco fueron cayendo los horripilantes guerreros de Dráerus, tiñendo de negro las calles de Láguerin e inundándolas con el olor de la muerte. Pasaron dos inviernos antes de que el hedor dejara, de una vez por todas, la fronteriza ciudad.

En un comienzo, cuando los guardias reales vieron subir a Fao sobre sus cabezas, sintieron temor. Pensaban que sus vidas habían llegado a su fin, pues sabían que un ser alado con tal cantidad de esferas flotando alrededor, podría arrasar con todo a su paso. Ser vivo u homúnculo, de Dráerus o de Aigus, todo sería devastado. Pero a pesar del miedo que sintieron al principio, cuando Fao barrió completamente con la primera línea de adefesios, el grito de victoria fue ensordecedor. Todos los presentes, guardias reales y ladrones, vitoreaban sin cesar a Fao, mientras la armada de Dráerus se desmoronaba sección por sección, dejando en pie sólo a los monstruos de tamaño mayor, los cuales seguían avanzando hacia la línea de defensa.

Cuando la joven alada acabó con todos los soldados de tamaño menor, ya quedaban unas pocas Esferas de Lanz girando entorno a ella. Fue entonces cuando estas dejaron su veloz orbita para quedar flotando sobre Fao, quien descendió y caminó lentamente, con sus alas abiertas, hacia sus horrendos enemigos. Cada vez que apuntaba a uno de los monstruos con su índice, una de las esferas salía despedida hacia éste, entrando en su cuerpo sin provocar efecto alguno. Mientras, los esbirros que habían comenzado a trepar el Muro de Fulgor comenzaban a descender, a la vez que las tropas que no habían alcanzado a entrar a la ciudad, antes de que el macro hechizo fuera lanzado, comenzaban su retirada hacia Dráerus. La victoria era ya de Aigus.

Luego de implantar una a una las Esferas de Lanz dentro de las enormes bestias, Fao detuvo su caminata, quedando parada frente a la formación de enemigos. Todo el mundo miraba, en silencio y expectante, para ver que tipo de magia realizaría la chica que los salvó de las garras una muerte segura. La joven alada esperó un momento, mientras los ancianos alquimistas daban comienzo a su frenética y despavorida carrera hacia el paso fronterizo, tratando de salvar sus quemados pellejos. Luego de un breve, pero tenso instante, colocó ambas manos empuñadas frente a su pecho, mientras hacía lo mismo con las puntas de sus alas, apretó con toda su fuerza sus nudillos, a medida que su cuerpo comenzaba a brillar con la misma fuerza de antes y los ladrones reconocían el mismo crujido que habían escuchado cuando Fao hizo añicos el viejo árbol de la Ciudad de las Mentiras. Luego de esto, estiró violentamente sus alas y brazos hacia los costados, a la vez que lanzaba un fuerte grito al aire. En ese preciso instante, Las enormes moles, que caminaban dando pasos pesados hacia ella, reventaron en miles de fragmentos, quedando Fao salpicada por todos lados con larvas blancas y barro putrefacto. Luego de esto cayó, mientras jadeaba, de rodillas al suelo y apoyó sus manos en éste. Sus alas se escondieron nuevamente en su espalda, dejando al descubierto sus dos cicatrices en forma de “V”. Era una gran cantidad de energía la que acababa de manipular y su cuerpo ya casi no le respondía.

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Ojala les haya gustado mucho. quedaron con ganas de más acción?? solo esperen un poco más... aun falta!!!

muchas gracias por leer mi novela y recuerden: mientras más personas la lean, mejor... jajajaa (sip, es mi auto-publicidad atacando otra vez. :P)

recuerden también dar un paseo por la Autobiografía (no autorizada) de Sergei Korsakov... excelente novela de acción e intrigas (sip, publicidad también para Narkito_ll:P).

cuidense mucho y nos vemos en la proxima edición de LA HERMOSA HISTORIA DE FAO Y CLEM.

Atentos, pues todavía falta acción ;)

See ya

Lothar_Daisuke

10 comentarios:

Anónimo dijo...

Wena Perrooo.. excelente l capitulo... weno... igual habia leido la parte k habias escrito del 15, lo k m enviast... pero lo lei d nueo.. y d verda.. ta wenisimooo!!! la dura k cada vez escribi mejor wn.. congratulation XD!!!

Ehmmm... una pregunta...

seguirá el 12e o l 16?? jajajja y cuando??
uta ahora se viene la U... asi k vai a tener k escribir algo wn.. pork d verdad ta filete la historia... y si te webie ma k la xuxa pa k m mandarai algo al mail antes k t fueras a conti... t voy a hinxar pa k escribai jauajaujaua...

ya zorro... hablamos... nos comunicamos dale?

aioz... nus vemos l fds...

Anónimo dijo...

Wolas Joze del Mal!!!!

Me recuerdas??
xD

Oie te escribo unica y exclusivamente p felicitarte por tu novela, realmente notable ^^.

En tanto tnga time la terminaré :)

Cuidate!!

Bye!!!
:D

Unknown dijo...

Ohhhhhh!
espectacular!
me encantó el pedazo que leí! la leeré completamente en un tiempo más. Pero si quieres mi opinión, creo que faltó un poco mas de "pureza" en algunos de los espacios que cuentas. En algunas partes, sueles ocupar mucho las mismas palabras, no se ve redundante, pero es un poco molesto cuando lo lees, o hay una parte tb, en la que explicas cosas demasiado obvias para el momento. Pero osea, es un parrafo, no todo el capítulo, porque de verdad lo encontré genial.

Espero que sigas agregando los capítulos! que quedé con ganas de saber que pasará con Fao!!!!
pasa por el mio! :D Bye!

Anónimo dijo...

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