Fao y Clem (Capitulo 6)

Mode:.:Nervious:.
Escuchando:.:HIM - Heartache every moment:.

Hola otra vez lectores... la verdad, éste capitulo resultó ser un poquito más rapido que el anterior dado que lo único que quería era que Fao y Clem salieran de esa casa... no se... encontré que esta parte de la historia era mucho "bla bla" como para alargarla tanto y que por lo mismo iba a resultar fome... Eeeen fin, los dejo con el 6º capitulo de La hermosa historia de Fao y Clem...

Enjoy

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Que calor… -Dijo Clem mientras un delgado rayo de luz se filtraba por entre las tapas de madera que cubrían la ventana. Miró a su alrededor. –Donde estoy? –Se preguntó inquieto. Cuando se trató de levantar sintió una punzada en la espalda y recordó lo que había pasado el día anterior… El escape, la saeta, la magia de Fao… -Miró hacia el lado y vió la saeta todavía ensangrentada en el velador.

Se levantó con dificultad. Le dolía la espalda a la altura de el hombro… -Como es posible… no debería dolerme un poco más?? –Pensó mientras se pasaba la mano por sobre el parche. –Y quien me curó?? Fao? –Estaba divagando en sus preguntas cuando sintió olor a comida y se percató de que tenía hambre y de que, por el calor que hacía, era ya tarde. Salió por la puerta, el pasillo estaba vacío.

Estaba parado en el umbral de su habitación cuando desde el extremo del pasillo se asomó un anciano que él no conocía.

Vaya… veo que ya has despertado, y justo a tiempo para la comida… jejeje. –Rió Tradirus dándose media vuelta. –Ponte tu ropa y ven a comer… la comida ya está servida.

Clem le hizo caso. Se devolvió a su habitación y encontró su camisa en los pies de la cama. Se la colocó con dificultad y fue donde estaba el anciano. Cuando se asomó al cuarto desde donde le había hablado el anciano vio que Fao y el anciano estaban sentados frente a una mesa que tenía casi la mitad ocupada por recipientes vacíos y artilugios apilados.

Te encuentras bien Clem?? -Dijo Fao. -Estábamos todos preocupados por ti… pensé que no...

-Siéntate aquí Clem. –Interrumpió el alquimista. –Debes estar hambriento… Famire no tardará en traer la comida. –Clem se sentó sin dejar de mirar al anciano. –Como bien debes sospechar, yo soy Tradirus. Tu amiga te trajo aquí ya agonizando y mi esposa Famire te ha curado… ya te sientes mejor??

Si señor… Gracias. –Dijo Clem con voz tímida. Se sentó a la mesa y entró Famire por una puerta lateral vestida con un delantal manchado y con un plato de sopa en cada mano.

Vaya… Creo que tendré que servir un plato más. Te sientes mejor ya?? Tu herida ya debería haber cicatrizado, pero debes tener cuidado, pues por dentro se demorará más en sanar. –Dijo la anciana mientras, luego de dejar un plato frente a él y otro frente a Fao, tocaba el parche de Clem con un dedo. –Después de comer te revisaré esa herida. –Dijo mientras partía nuevamente hacia la cocina.

Esperaron en silencio a que volviera Famire. Sirvió los platos que faltaban y se sentó junto a Tradirus. Empezaron a comer. A Clem le gustó mucho la comida. Finalmente Clem habló.

Como es posible que me haya sanado tan rápido de esa herida?? Si no me equivoco, ha pasado una noche desde que me hirieron y en ese tiempo ni el mejor guerrero se repone de le herida de una flecha… -Dijo Clem algo escéptico.

Es que Famire se dedica a estudiar las aplicaciones del arte de la alquimia en la medicina... Ella ya ha desarrollado varias formulas y métodos para ayudar al cuerpo humano cuando sus propios recursos no son suficientes. –Dijo Tradirus mientras Clem lo miraba perplejo.

Quiere decir que puede hacer que alguien se recupere más rápido de una enfermedad o de una herida?? Es asombroso!! Por que no lo han enseñado a nadie??! Salvarían muchas vidas!! –Dijo Clem impresionado.

Es simple muchacho, la confección de las medicinas que hace Famire requieren de la utilización del condensador de flujo de energía vital, lo cual está prohibido por tener relación con los seres alados. La gente lo considera un delito y nos arrestarían o nos ejecutarían. –Dijo Tradirus antes de tomar otra cucharada de su sopa. –Es por eso que vivimos apartados de la ciudad.

>> Fao me ha contado que están en la búsqueda de Crípides… Realmente les queda mucho camino por recorrer si quieren encontrarlo. La última vez que supe algo de él, estaba viviendo en una choza en alguna parte en los Bosques del este, en los dominios del reino de Draerus. Si tienes suerte podrás encontrarlo ahí.

En el reino de Draerus??... Bueno, ya nos las ingeniaremos para entrar ahí sin ser detenidos o ejecutados… -Dijo Clem soltando una risilla nerviosa. –Draerus siempre ha tenido hostilidades con el reino de Aigus… con suerte dejan pasar a los comerciantes luego de revisar completamente su carga…

Lo haremos Clem… No te preocupes. –Dijo Fao mientras terminaba con su plato. –Ya habrá tiempo para pensar en eso, por ahora te tienes que recuperar bien de tu herida.

Muchas gracias por la comida señora… -Dijo Clem dejando la cuchara de madera sobre el recipiente vacío. –Fao, prepara tus cosas, ya nos vamos.

QUEE?? –Dijo Fao y todos miraron a Clem perplejos. –Ni siquiera te has recuperado totalmente de tu herida, no puedes cabalgar en ese estado!!!

Fao tiene razón Chiquillo, no puedes reemprender el viaje en tu estado actual, sería muy peligroso. –Dijo Famire. –Debes esperar al menos hasta la puesta de sol.

No crees que sería imprudente y arriesgado partir ahora?? Ya tampoco creo que sea una muy buena idea. –Dijo el viejo alquimista levantándose de la mesa. –Debes esperar a que tu cuerpo se recupere o tu herida se podría abrir.

Los guardias reales andan tras nosotros y la noticia no tardará en llegar a las otras ciudades… debemos apresurarnos. -Dijo Clem levantándose de su silla con dificultad. -Además, si llegan los guardias y se dan cuenta de que ustedes nos están albergando, seguramente los encarcelarían destruirían su casa.

Tradirus guardó silencio.

Está bien, pero al menos déjame darte algunas provisiones… el pan que traías en tu equipaje ya está añejo y, en general, no tenían muchas cosas para comer. –Dijo Famire mientras caminaba hacia Clem. –Pero antes deja ver como va esa herida.

Clem asintió, se sentó en un banquillo y se sacó con dificultad la camisa. La anciana retiró con cuidado el parche y se lo pasó a Clem. Se dio cuenta de que olía a hierbas y que tenía un líquido aceitoso impregnado.

Que es esto?? –Preguntó Clem mirando el parche.

Es una medicina que he creado a partir de una mezcla de hierbas y un poco de la sabiduría oculta. –Dijo Famire y soltó una pequeña risita. –Bien, creo que resistirá… pero para prevenir, te daré un poco de la misma poción, si se llega a abrir la herida, coloca un poco en el parche, vuelve a colocarlo en su lugar y descansa hasta que sientas que la herida ya cerró. –Dijo Famire mientras sacaba una pequeña botella azul cúbica con tapa de madera.

Famire volvió a colocar el parche y le entregó a Fao un rollo de vendaje limpio. Junto con una bolsa de tela llena con pan y carne ahumada.

Con esto deberían poder sobrevivir al menos por tres días. –Dijo la anciana extendiéndole la bolsa a Clem. –Me tomé la libertad también de poner ropas limpias en su equipaje.

Clem! –Se oyó la voz de Tradirus que venía desde afuera de la casa. –Ven, tengo algo que mostrarte!!.

Fao y Clem salieron al patio y ahí estaba el anciano con la daga de Clem en la mano.

Con la ayuda de la alquimia le he hecho algunas modificaciones a tu daga… –Dijo el anciano. –He reducido su peso y he aumentado su resistencia. Pruébala tu mismo.

Clem tomó la daga y realmente había reducido su peso hasta llegar a tomar el mismo peso como si estuviese hecha de madera. El chiquillo estaba impresionado con lo que había logrado el viejo alquimista.

Préstame la daga un momento, pequeño… -Dijo Tradirus y Clem se la pasó.

El anciano tomó la daga por el mango y la arrojó con todas sus fuerzas contra una roca que había al frente. La daga rebotó lejos hacia el lado y quedó botada en el suelo.

VIEJO LOCO!!! Como se le ocurre siquiera lanzar mi daga contra una roca!!! Con ese golpe el filo de seguro se ha mellado!! –Gritó Clem alterado apuntando con un dedo al alquimista… Tradirus rió.

Anda y recoge la daga tu mismo muchacho… -Dijo el anciano apuntando hacia donde estaba el arma botada mientras Fao miraba también perpleja la discusión.

Clem fue a buscar su preciado objeto y se impresionó al darse cuenta de que la hoja ni siquiera se había rallado… la tomó y la balanceó en su mano impresionándose nuevamente por el nuevo peso de su arma. Caminó hacia el anciano y le dio las gracias mientras éste le pasaba la funda de madera en la que venía el arma.

Eso es para que ahorres el dinero que gastarías en un armero si es que se te hubiese llegado a mellar la hoja… jejeje. –Dijo Tradirus. –Vamos a preparar a tu caballo para el viaje.

Fueron atrás de la casa donde Cuescos pastaba amarrado a una larga soga. Iban doblando la esquina de la casa cuando Clem se percató de que Fao no iba con ellos.

Y Fao?? Donde ha ido?? –Preguntó Clem extrañado.

Entró a la casa con Famire.- Respondió el alquimista.

El patio trasero de la casa consistía en un amplio círculo de tierra y en algunos lugares pasto, todo libre de árboles y arbustos. Había algo de leña y una mesa con un par de sillas viejas. Junto a la puerta trasera estaba el bulto de equipaje de Clem y la piel de cordero que había tomado prestada sin permiso a su amigo Nomel. En un poste cercano a la casa estaba amarrado Cuescos.

Cuando Fao entró a la casa acompañada por Famire, reparó en que en la mesa ya no estaban los platos, en su lugar había un bulto de tela.

Fao, una dama debe vestir bien ya sea si está en el salón real o si va por ahí cabalgando por caminos de tierra, esos harapos sucios que andas trayendo ya no están en condiciones dignas de una señorita como tu. –Dijo la anciana levantando el bulto. Fao se dio cuenta de que era un hermoso vestido blanco y largo. –Era de mi hija, pero creo que ya no lo ocupará más… creo que te quedará bien… entra a esa habitación y pruébatelo. Luego de un momento apareció Fao por el pasillo usando el hermoso vestido. La anciana miró un momento a fao antes de hablar.

Me recuerdas tanto a mi hija… y con ese vestido… -Famire calló nuevamente y se quedó mirándola. –Espero que esté donde esté se encuentre bien…

De seguro lo está… Pierda cuidado. –Dijo Fao con una amplia sonrisa en la boca. –Muchas gracias por todo lo que han hecho por nosotros, sin ustedes Clem estaría seguramente muerto y yo no sabría donde ir ni que hacer en ésta tierra.

No hay nada que agradecer pequeña, es lo que hubiésemos hecho con cualquier persona que necesite nuestra ayuda… -Dijo la anciana metiendo en una bolsa de género el frasco que Clem descuidadamente había dejado sobre la mesa al salir, la bolsa con provisiones y las vendas. -Sino de que serviría toda la investigación que he hecho?? Si hay algo que tienen en común la alquimia y la medicina, es que ambas sirven para ayudar a las personas, si no, todo esto no tendría sentido. Fao guardó silencio. –Ya es hora de que dejen en éste lugar, los guardias reales no tardarán mucho en llegar aquí.

Salieron por la puerta trasera. Clem y Tradirus ya estaban terminando de asegurar la carga al lomo de Cuescos.

Si que te queda bien ese vestido, niña. –Dijo el viejo alquimista mientras hacía un nudo en el bulto del equipaje. –No crees lo mismo Clem??

Si, te queda bien Fao. –Dijo Clem haciendo también un nudo del otro lado de cuescos.

He llenado tu bolsa con agua y he cambiado el fuego de inicio que tenías en el frasco por uno nuevo, pues el que tenías estaba ya muy gastado. –Dijo Tradirus ayudando a subir a Clem. –Si siguen hacia la montaña, encontrarán un paso donde el río es tranquilo, ahí podrán cruzar sin mayor problema, pero les aconsejo que se mantengan alejados de los caminos oficiales, pues los pueden encontrar los guardias reales… hacia donde se dirigirán ahora??

Si queremos llegar a los bosques de Draerus, tendremos que cruzar las montañas rojas por el paso de Lagerin y luego cruzar el desierto… no se como lograremos eso, pero tiene que haber alguna manera… después de todo, otros ya lo han hecho. –Dijo Clem mientras Fao subía atrás suyo y se sujetaba de la cintura de Clem para no pasar a llevar su herida.

Que tengan un buen viaje y cuídense mucho. –Dijo Famire mientras Clem tomaba las riendas y golpeaba suavemente las costillas de Cuescos. –No hagas movimientos bruscos ni mucha fuerza con tu brazo o se abrirá la herida… recuérdalo!!

Si encuentran a Crípides, díganle que el condensador de flujo de energía vital ya es estable y que no hay fallas con la estructura secundaria. –Dijo Tradirus mientras veía a los chicos alejarse hacia la montaña.

Trataré de recordarlo!! –Gritó Fao mirando hacia atrás. –Gracias por todo!!!

No hay de que!! –Gritó la anciana de vuelta. -Crees que lo logren? –Preguntó a Tradirus.

No lo sé… Es un camino largo y peligroso para cualquier persona y más todavía para ellos que son prófugos. –Respondió Tradirus sin quitar la vista de los jóvenes. –Espero que lleguen bien.

Cabalgaron lento hasta el paso del río que quedaba a una distancia considerable de la casa de los científicos. Efectivamente, como dijo Tradirus, Cuescos no tuvo problemas para cruzar el río. El cruce del río empalmaba con un camino ancho que se perdía en dirección de la montaña, Clem hizo que cuescos se metiera por el medio del bosque en dirección del paso de Lagerin. Unas cuantas horas antes del comienzo de la cuesta había un pueblo llamado Tombel, un pueblo pequeño, pero lo suficientemente significativo como para ya saber la noticia de su escape.

Cabalgaron durante aproximadamente cuatro horas hasta que se puso el sol tras las montañas de Fraidne. Cuando ya había obscurecido, desmontaron junto a un riachuelo en el medio del bosque para llenar la bolsa de agua y para que Cuescos también bebiera. Clem extendió la manta con la que venía envuelto el equipaje, juntó algo de leña y prendió una fogata con el fuego de inicio. Como estaban a una distancia prudente del camino y rodeados por pequeñas lomas, no había mayor riesgo de que los encontraran. Ahí calentaron algo de comida, comieron y Clem respondió a un sinnúmero de preguntas que Fao le formuló acerca de las ciudades, sus normas, donde quedaban, el sustento de cada una, entre muchas otras.

Cuando a Clem le dio sueño, se movió todo el equipaje y se tendió sobre la manta, Fao aun estaba sentada junto a él. Estaba empezando a quedarse dormido cuando se fijó que algo brillaba en medio de las cosas que había frente a él.

Pero como se me pudo olvidar!!! –Dijo Clem en tono fuerte y sentándose de improviso.

Que paso!!?? –Preguntó Fao asustada. –Se te quedó algo??

No, es que se me olvido preguntarle a Tradirus para que sirve la brújula que me regaló mi abuelo… -Respondió Clem recostándose otra vez. –Ya no importa, Seguramente ya habrá alguien que también sepa.

Clem estaba comenzando a quedarse dormido cuando sintió un movimiento al lado suyo, miró y era Fao que estaba acomodándose para usar el bulto de la ropa que les había regalado Famire como almohada.

Fao?? –Preguntó Clem.

Dime. –Respondió somnolienta.

No se te hace incomodo dormir en el suelo?? –Preguntó Clem extrañado, pues para él si lo era.

No, en donde vengo, los seres alados tenemos que dormir en unas camas de piedra que ni siquiera tienen mantas. –Respondió Fao con naturalidad.

Y eso por que es así!!?? –Preguntó Clem algo impresionado.

No lo sé, creo que siempre ha sido así. –Respondió Fao.

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bueno, espero que les haya gustado... ya sé que denuevo no avansó mucho, pero sirvió para armar un poco la historia...

sé que todavia me tienen que quedar errores por ahi, si encuentran alguno porfa dejenlo como comment para arreglarlo, ya sea de redacción, concordancia, ortografia, lo que sea...

see ya

Lothar_Daisuke