10 de enero de 2008

Fao y Clem (Capitulo 12b ó 13)

Mode:.: Inspiración inducida:.
Escuchando:.:Avenged Sevenfold - Unbound (The Wild Ride):.

Hola gente!!! aquí les traigo la segunda y la tercera parte del capitulo 12. Voy a subir ambas ahora, para hacer una especie de "Check point", pues, como dije en el comentario del capitulo 12a, ya sé que resulta cansador leer más de 9 páginas de una sola tirada frente a un monitor. Es por esto, que he dividido el capítulo 13 (o 12b) en dos partes, pues me ha salido de 16 páginas... :P

en total, el capitulo 12 lleva ya 26 páginas... creo que para cuando lo publique tendré que, de todas maneras, cortarlo en al menos dos capitulos...

bueno, aquí va el capitulo 13 ó 12b de mi novela.

Enjoy ^^

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Bueno… tratemos entonces de bordearla… –Dijo Clem, alterado. –No es necesario pasar por el corazón de ésta…

Tienes razón Clem… ese lugar de allá se ve más despejado y oscuro. –Dijo Rotieg apuntando hacia el extremo derecho de la batalla. –Podremos pasar fácilmente si somos cuidadosos.

Fao estaba sentada en el suelo. Aun choqueada por lo que acababa de ver.

Hey!!! Que estás haciendo ahí! –Le dijo Rot a Fao. –Vamos!!

Fao se levantó y dejó sus pensamientos para después. Lo importante ahora era salir vivos de esto.

Mientras corrían, miraron hacia el campo de batalla. Ya, al menos, la mitad de los hombres de cada bando había muerto en la lucha… y ésta continuaba. Ahora comenzaban a llegar soldados armados con alabardas y cubiertos por gruesas armaduras. La ciudad de las mentiras se iba a ver sobrepasada.

“Si solo tuviera unos cuantos espíritus más…” pensaba Fao, haciendo planes sobre cómo podría terminar con la batalla.

Se internaron nuevamente en el bosque para pasar de ser percibidos. Clem corría con el arco en la mano. Ya había logrado recolectar más de diez flechas y tuvo la suerte de encontrarse un carcaj botado en el suelo. Rotieg corría atento a cualquier movimiento raro de cualquier rama del bosque, pues un nuevo embiste mágico era casi inminente.

Lograron llegar así al borde de la zona de batalla. Rot hizo aparecer la misma caja de hace un momento, cuando curaron a Clem. Lo hizo justo a tiempo, pues Fao se percató de que un grupo de guardias reales venía, directo hacia ellos, desde el otro lado del llano donde se libraba la batalla. Ya habían sido descubiertos.

Rápido!! Acérquense. –Dijo Rot tomando el frasco que contenía el líquido verde. Luego de destaparlo, untó una gota del líquido en la frente de cada uno. –Tomen mis hombros y levanten la otra mano. –Continuó. Fao y Clem hicieron lo que Rot les ordenaba. –Cuando yo termine conjurar el hechizo, ustedes deben empuñar la mano lo más fuerte posible y no abrirla hasta que yo les diga. Entendieron? –Preguntó.

Sí Rot. –Respondió Fao

Como digas, mago. –Dijo Clem algo nervioso, mientras se colgaba el arco en su hombro.

SCUTUM EX UMBRA!! –Gritó el joven mago, al momento que los tres apretaban el puño hacia el cielo. De a poco comenzaron a desaparecer, partiendo desde sus manos. En sus frentes, el líquido verde les quemaba la piel.

Cuando terminaron de desaparecer, veían todo de un color raro. Las formas eran normales, a excepción de las de ellos mismos, que eran solo siluetas difusas en medio de la noche.

Los soldados que se acercaban a gran velocidad se detuvieron de golpe al ver esto.

Ve a buscar a un mago!! Ahora!! –Ordenó uno de los Guardias reales, a lo que uno de ellos asintió y comenzó a correr en dirección de la batalla.

Vamos!! –Dijo la silueta de Clem a los otros. –No hay tiempo que perder.

Corrieron por la planicie, tratando de alejarse lo más posible de la batalla, la cual ya había pasado a una nueva fase. Los guardias reales ya habían tomado las armas que tenían en sus reservas. A la lucha se acercaban, desde las tiendas, caballeros equipados con grandes e impenetrables armaduras, mientras que los magos estaban ocupados detectando y delatando a los ladrones invisibles, que ya habían emboscado a la guardia real atacándoles por la espalda con las armas que se habían robado.

El olor de la sangre se expandía por todo el llano y Rot caminaba con su brazo sobre su nariz. El hedor a muerte y a cadáver quemado a causa de los hechizos de los magos era tan fuerte que le provocaban nauseas. Una suave y fría brisa corría, la cual le llevaba los gemidos y los gritos de los bravos luchadores de ambos bandos, junto con noticias de la batalla que se estaba librando a quien lo pudiera escuchar. El movimiento y el estruendo de la batalla llenaban ese frío viento con una nube de polvo que viajaba, llevando consigo la evidencia de la batalla a quien no supiera escuchar la voz del viento.

Los tres jóvenes siguieron corriendo hasta llegar a la mitad del llano. Justo a su izquierda se libraba una batalla sangrienta y, lo peor de todo, planeada por ellos.

Ya estaban muy cerca del paso y, de seguir invisibles, podrían pasar a Dráerus sin tener que luchar otra vez. El mago que habían mandado a llamar, para suerte de ellos, jamás llegó.

El olor a sangre era fuertísimo. En el momento en que estaban por llegar a la altura de las tiendas de los guardias reales, esquivando cadáveres que yacían con los ojos abiertos sobre el suelo y viendo cómo los soldados corrían desde las tiendas a dar apoyo a las fuerzas en batalla, un hombre, a una distancia considerable, se les puso al frente. Era un hombre delgado y alto. Estaba completamente vestido de negro. Su pelo era oscuro como la noche y de su cinturón colgaba una espada de hoja curva y delgada, junto con una ballesta. Su Brazo izquierdo estaba totalmente cubierto por una coraza metálica. Era Casiél.

Clem hizo un gesto que decía claramente “Corran!!”, tomó la mano de Fao y comenzaron a correr de vuelta hacia el bosque.

TAEDA EX LUX!! –Dijo Casiél con una voz calmada, casi imperceptible, y grave, mientras los apuntaba con el dedo índice.

Al momento, los tres chicos sintieron que la frente les quemaba como si tuviesen una braza dentro de la cabeza. Fao cayó al suelo gritando de dolor y tomándose la frente con ambas manos. En ese preciso momento, comenzaron a ver los colores como realmente eran y sus figuras volvieron verse como eran antes de volverse invisibles. Justo al borde del lugar de la batalla, el hechizo había sido roto.

Luego de un momento, el dolor cesó como por arte de magia. De un momento a otro, los tres chicos se incorporaron. Rot apuntaba asustado hacia todos lados con su índice. Clem tomó la espada de un soldado que yacía, con un brazo mutilado, justo bajo él. Fao todavía no se levantaba.

De pié Fao!!! –Gritó Clem, mientras que los guardias reales que se habían percatado de su presencia comenzaban a rodearlos.

Vaya… así que tu eres el famoso ser alado del que todos hablan… –Comenzó a hablar Casiél. –Yo esperaba encontrarme algo con una apariencia un poco más… agresiva. –Decía el cazador mientras se acercaba caminando.

Rot y Clem se percataron de que Fao no estaba aturdida por efecto del contra hechizo, si no porque Casiél la tenía sometida, por medio de la magia, bajo un peso que tenía a la chica sin poder realizar movimiento alguno.

Clem tomó con fuerza la ligera espada de la guardia real y apuntó amenazante al cuello de Casiél

Quieto ahí o te atravieso!! –Amenazó el chico retrasando un pié y doblando un poco sus rodillas como le habían enseñado hacía tiempo.

Vaya, tengo al frente a un valiente defensor de demonios. Al menos sabes tomar una espada… –Dijo Casiél, mientras desenfundaba su espada sin dejar de caminar hacia ellos. –Quítate de mi camino. Los guardias reales se encargarán de ti.

Fao luchaba intensamente por salir del peso del hechizo, pero sabía que todo intento físico por escapar era inútil.

SAGITA EX PETRA!! –Gritó Rotieg adelantando ambas manos. Al instante, aparecieron cinco picas de roca desde el suelo, las cuales se dirigieron directamente al cuerpo del cazador quien, con un ágil giro de su delgada y curva espada, cortó las cinco púas como si estuviesen hechas de género.

Piensas ganarme con un hechizo tan simple, aprendiz? –Se burló Casiél. –SAGITA EX PETRA!! –Invocó ésta vez Casiél. Sólo una pica de roca salió ahora del suelo, pero a una velocidad que superaba por mucho a las de Rotieg, quien no la alcanzo a esquivar. La delgada punta de roca atravesó de un lado a otro el brazo izquierdo del mago, quien tomó la pica con su mano derecha y lanzó un fuerte grito de dolor al aire, el que se perdió entre el estruendo de la batalla y el chocar de espadas.

Ves, joven mago?? –Habló nuevamente Casiél mientras se acercaba lentamente. –Así es como debes atacar. Rápido y preciso.

Clem, quien estaba un poco más delante de Rot y Fao, arremetió con toda su furia contra el cazador. Sólo necesitaba dar un paso para quedar a una distancia suficiente como para cortarlo a la mitad. El joven dio un salto hacia delante y bajó fuerte y velozmente su espada, dando su mejor golpe. Pero Casiél respondió levantando su brazo izquierdo y bloqueando el golpe de Clem con la coraza que lo cubría. Sin que el chico pudiese siquiera darse cuenta, Casiél ya había detenido el golpe de su espada a un costado de su cuello, a no más de un puño de distancia. Clem vio pasar en ese momento su vida completa frente a sus ojos: Rotieg, Famire y el alquimista, sus amigos de la infancia, su hermano, su madre, el viento cuando soplaba en su cara, el dulce olor de la primavera… Fao.

Casiél miró a los ojos de Clem durante un momento. Era una mirada desprovista de todo sentimiento. Tan fría como la roca.

Ya te dije que de ti se encargan los guardias reales!! –Gritó Casiél. Luego dio una fuerte patada frontal, la que cayó de lleno en el pecho de Clem, quien cayó al suelo de espalda junto a Fao, mientras Rotieg tomaba la lanza que le atravesaba el brazo y decía “Abolesco” con un hilo de voz. Al momento, la pica de roca que le atravesaba el brazo se desvaneció. El joven mago cayó de rodillas al suelo, mientras un grueso hilo de sangre corría por su brazo y se deslizaba por sus dedos para luego caer al suelo.

Mocosos inútiles… dejen ya de jugar!! –Gritó Casiél mientras sacaba una de las pequeñas botellas que guardaba en la correa de cuero que colgaba de su hombro. –QUIEN ESTÁ CON UN SER ALADO, ESTÁ EN CONTRA DEL REINO Y DE TODOS NOSOTROS!!.

Fao estaba asustada. Sin esferas de Lanz no podía hacer absolutamente nada. Se sentía completamente indefensa y pensó que había llegado la hora de su fin.

Cuando Casiél terminó de decir esto, lanzó la pequeña botella con fuerza contra el suelo, la cual reventó, soltando un destello de luz blanco que dejó a los tres chicos ciegos por un momento. Clem, Fao y Rotieg sintieron que sus vidas estaban acabadas. Solo esperaban sentir el filo de la espada de Casiél y luego, nada.

Para fortuna de los tres chicos, apenas la botella se reventó y el destello surgió desde el suelo, se escuchó el llamado de un cuerno. Cuando al fin Fao logró volver a ver, la punta de la espada de Casiél estaba apoyada justo sobre su cuello. Un pequeño Hilo de sangre corría hacia abajo llegando hasta su pecho y perdiéndose bajo su vestido. El cuerno seguía sonando a intervalos regulares, mientras se oía el galope de un caballo y una voz se acercaba gritando.

Dráerus!!... ya vienen los esbirros de Dráerus!!! Todos a sus puestos!! Dráerus atacará una vez más!! Todos a sus armas!! No tardan en llegar!!...

Oh no… -Susurró Casiél con un tono de preocupación evidente en su voz. –Hoy has sido afortunada demonio… –Dijo enfundando su espada. –Les daré caza otro día. Por ahora, disfruten de sus vidas. Escapen hacia donde quieran, pues los mataré de todos modos.

Cuando terminó de decir esto, salió corriendo en dirección a las tiendas de la guardia real. A medio camino, un enorme caballo negro comenzó a galopar junto a él. Casiél lo montó de un salto y se fue galopando en dirección de la batalla que se libraba entre los cansados guardias reales y los malheridos ladrones. Los soldados que rodeaban a los jóvenes lo siguieron.

Clem se incorporó rápidamente y se dirigió hacia donde estaba Fao, que estaba todavía congelada por el susto. Lo único que hacía era poner su mano sobre su herida y respirar de manera entrecortada.

Estás bien?? –Preguntó Clem todavía sin terminar de creer lo que les había pasado.

Si… es solo un rasguño. –Dijo Fao incorporándose. –Rot!!!!!...

El joven Rotieg estaba de rodillas en el suelo, con la vista perdida en el oscuro cielo y sujetando su brazo, el cual sangraba profusamente.

Rotieg!! Me escuchas!? Estás bien?? –Preguntó Fao poniéndose de pie para dirigirse en dirección del mago.

Si… Estoy bien. –Dijo el pálido Caidare mientras intentaba pararse. –Solo que he perdido algo de sangre… y me siento algo… mareado… -Dicho esto, se le doblaron las rodillas y cayó inconsciente al suelo, mientras su brazo seguía sangrando.

Oh no… Rot! Rot!! –Gritaba Clem mientras le daba golpecitos en la cara. –Rot!! Abre los ojos!!.

No había caso. Había perdido mucha sangre. Clem cortó parte de su ropa e hizo un torniquete en el brazo del mago.

Vamos… debemos llevarlo a un lugar seguro. –Dijo Clem sujetándolo sobre su hombro con una mano, mientras que con la otra sujetaba la espada que había recogido hacía poco.

Comenzaron así a correr colina arriba, hacia el paso de Laguerin. Estaban a tan solo unos minutos de pasar a Dráerus y de librarse de una vez por todas de la persecución de la guardia real, pero debía primero hacer algo con Rotieg. No podían llevarlo en ese estado y no podían dejarlo a su suerte en medio de los guardias reales.

De momento, Clem encontró un hueco entre dos casas, un hueco lo suficientemente oscuro como para poder pasar de ser percibidos, al menos hasta encontrar una manera curar a Rot. Bajo ellos, en la planicie, se escuchaban los gritos del mensajero.

Dráerus!!! Ya vienen los esbirros de Dráerus!!! –Gritaba mientras pasaba galopando entre la batalla. –Todos a sus puestos!! Que los arqueros se preparen!! Ya viene Dráerus!!

Fue impresionante ver cómo, personas de bandos totalmente opuestos dejaban de pelear. La guardia real comenzó a sacar armaduras y armas de las tiendas de campaña, mientras que los ladrones devolvían apresuradamente a los soldados las armas que habían robado.

Eso lo hacen porque viene Dráerus?? –Preguntó Fao extrañada al ver lo que estaba sucediendo.

Así es. No les conviene estar luchando mientras se enfrentan a Dráerus, puesto que ellos matarán a todos por igual. –Explicó Clem a Fao entre susurros. –Les da lo mismo el bando en el que estés, si no eres de ellos, eres su enemigo. Tú escuchaste lo que dijo Bhorad sobre los soldados de Dráerus. Son demonios.

Clem recién había terminado de hablar, cuando de pronto comenzaron a oír a lo lejos una mezcla de gritos agudos, que se acercaban a gran velocidad.

Son ellos… es solo cuestión de tiempo. –Susurró Clem con calma. –Ahora sólo debemos escondernos mejor y rezar para que no nos encuentren los esbirros de Dráerus.

El sonido aumentó y las piedras del suelo comenzaron a temblar. La gente corría despavorida de un lugar a otro. Fao y Clem veían pasar a mujeres, y niños de una casa a otra, mientras que los habitantes cerraban las ventanas y las aseguraban con rendijas metálicas. Veían venir lo inminente. Otra matanza de proporciones ocasionada por el reino de Dráerus. Abajo, en la planicie, el nuevo ejército de soldados seguía organizándose para recibir el ataque del reino enemigo. Con la cantidad de bajas que habían tenido ambos bandos, había que distribuir muy bien los recursos y las fuerzas para poder aguantar, al menos, hasta que llegaran los refuerzos de las ciudades aledañas.

Clem miraba en todas direcciones, mientras buscaba un lugar adecuado para esconderse.

–Podríamos entrar sin más a una casa, de seguro lo entenderían… –Dijo Clem pensando en voz alta

De pronto, Fao dio un salto y se puso de pie.

Clem!! Es Cuescos… está cerca… puedo sentirlo cerca –Dijo sobresaltada. –Le haré llegar hasta acá.

Fao cerró sus ojos y al cabo de un momento llegó cuescos, con Bhorad sobre él intentando llevarlo hacia otro lado. El ex guardia traía otro caballo tirándolo de una rienda

Vaya!! Hasta que al fin los encuentro. –Dijo Bhorad. Se veía imponente sobre el lomo de Cuescos. –Debemos irnos cuanto antes de aquí!! Los centinelas voladores no tardan en llegar. –Dijo apuntando en dirección al paso fronterizo. Una nube de criaturas con alas se acercaba volando desde el este. –Rápido! Sube a tu amigo!

Clem le hizo caso. Sin hacer preguntas, subió al desfallecido Rot delante de Bhorad, quien lo sujetó con un brazo para que no cayera. Luego de esto, ayudó a Fao a montar en el otro caballo para luego subir él.

Vamos!! No hay tiempo que perder. –Les dijo Bhorad y dio con fuerza en las costillas de cuescos, quien comenzó su frenética carrera hacia el paso. Clem hizo lo mismo, poniéndose a la par con Cuescos.

–Dráerus viene por Fao. Si sacamos a la chica de aquí, probablemente dejen a este pueblo en paz. –Explicó Bhorad mientras galopaban a toda velocidad. –Nunca dejas de causar problemas, eh?. He hablado con un amigo mío que hace guardia en el paso. Él les dejará irse. Por ahora debemos darnos prisa!!

Iban galopando a toda velocidad directamente hacia ejército de Dráerus, cuando Rotieg se incorporó a duras penas.

Están invocando el Muro de Fulgor… deben… detenerse… –Dijo Rot a Bhorad con un hilo de voz.

Estás delirando Rot… No te esfuerces. –Le dijo Bhorad al joven mago.

Para!!! –Gritó Rot con todo lo que pudo, mientras tomaba una rienda con su mano derecha.

Que haces estúpido!!?? –Gritó Bhorad, al tiempo que Cuescos se detenía casi en seco.

Es una buena estrategia… -Dijo Rot bajándose dificultosamente del caballo. –El Muro de Fulgor puede detener a las tropas de Dráerus, pero es uno de los hechizos más complejos que existe y tiene que ser invocado a tres voces, pero solo logro escuchar dos. Jamás lo lograrán sin un tercer mago invocándolo. Clem… –Dijo Rot manteniéndose en pie mientras sujetaba su brazo izquierdo. –Creo que nosotros matamos al tercer mago… si logramos invocar el Muro de Fulgor, tenemos posibilidades de salvar la ciudad completa, o al menos resguardarla hasta que arriben los refuerzos.

Está bien… lo haremos. –Respondió Clem al mago.

Están locos!! –Gritó Bhorad a Clem. –Solo tienen una oportunidad y no creo que tu tengas la experiencia suficiente como para invocar algo de ese tamaño!!! –Bramó furioso Bhorad, volviendo su mirada hacia Rot.

Eso está por verse… –Dijo Rot en voz baja y tambaleándose por la falta de sangre. –Clem! Saca el libro azul de mi bolso y ábrelo en la página cuatrocientos noventa y siete.

Clem hizo lo que le pidió el mago. Le pidió que le sujetara el libro abierto frente a él y comenzó a recitar palabras en un idioma que ninguno de los otros tres presentes conocía.

El estruendo del ejército de Dráerus se hacía cada vez más fuerte. Ya habían cruzado el paso fronterizo e iniciaban su frenética marcha por las calles de Láguerin. Los soldados voladores ya comenzaban a ralentizar su vuelo para descender, mientras que los arqueros desde las torres vigía tensaban sus arcos, preparándose para la batalla.

De un momento a otro, Rotieg comenzó a brillar de un color azul pálido, mientras que, a un extremo del campo de batalla, un tipo comenzaba a brillar con un amarillo pálido y otro, en el otro extremo, se iluminaba con un fulgor rojo, también pálido. Rot comenzó a hablar cada vez más fuerte en ese idioma que todos desconocían, mientras brillaba con mayor intensidad. A Clem lo cegó el brillo y dejó de mirar. Luego, Rotieg levantó su brazo derecho con la palma de su mano apuntando hacia el cielo, y de su boca salieron tres voces al unísono, con la suya entremedio.

Por eso pedimos al universo,
Que la luz nos conceda su protección!!

El mago levantó la vista hacia el oscuro cielo y gritó:

MURO DE FULGOR!!!!!

En ese momento, todo el brillo que envolvía a Rot y a los otros dos magos, salió despedido hacia arriba como un grueso haz de luz, el cual se expandió sobre la ciudad y sobre el campo de batalla, formando un gran domo impenetrable desde el exterior. Pero, para desgracia de los habitantes y de los tres jóvenes viajeros, una parte del ejército enemigo había logrado entrar a la ciudad y avanzaban a gran velocidad hacia ellos, arrasando con todo a su paso.

Rotieg se desplomó sobre sus piernas y cayó de costado al suelo. Fao y Clem llegaron en un instante a su lado.

No puedo más Clem, Fao… sólo voy a… descansar un poco. –Dijo Rotieg, antes de quedar nuevamente inconsciente.

Maldición, lo que me faltaba… es otra vez un bulto. –Refunfuñó Bhorad, mientras lo tomaba y lo colocaba rápidamente delante de la montura. El ejército de Dráerus avanzaba a toda velocidad en su contra y estaban tan solo a unas pocas casas de ellos. Bhorad comenzó a galopar a toda velocidad sobre cuescos, en dirección del lugar donde se libraba hacía unos momentos la batalla. –Rápido!! CORRAN!!!

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Bueno, con respecto a las imágenes, le pedí a mi hermano Andrés que me dibujara la de este capitulo, pues es una escena demaciado específica y no puedo encontrar imágenes que encajen con ésta.

Apenas me mande el dibujo, lo subiré.

Por favor recuerden avisarme si encuentran fallas en la redacción, palabras mal escritas o cualquier cosa por el estilo, vale?

Muchas gracias por leer y sigan con el capitulo 14 ó 12c... lo subo ahora mismo.

Espero que les haya gustado.

See ya

Lothar_Daisuke

1 comentario:

Narkito dijo...

Mi estimado, usted ya sabe lo que pienso de este chap, ya que me encadenaste al escritorio donde está tu computador para que leyera esto en pre-estreno.


Cariños,
Narkito.